eficacia de la capacidad de absorción de nuevos conocimientos, limitando o facilitando la
aplicación de hallazgos obtenidos de la actividad de exploración (Cohen y Levinthal, 1990;
Wang y Jiang, 2009; Wu y Wu, 2016; Aryasa y otros, 2017; Adler y Heckscher, 2013; Acosta
Prado y otros, 2013; Chen, 2017; Dover y Dierk, 2010; Guisado-González y otros, 2017;
Junni y otros, 2013; Kassotakia y otros, 2018; Miglietta y otros, 2018, Moro y García, 2014;
Parmentier y Picq, 2016; Parthasarathy y otros, 2011; Strese y otros, 2016; Tamayo-Torres
y otros, 2011; Yang y otros, 2014; Raisch, 2009; Ahmoud-Jouini, 2007).
Como factor condicionante y base de la capacidad de absorción, los autores tienen distintos
puntos de vista, sin embargo, coinciden en que la cultura organizacional y el liderazgo
transformacional son los más importantes. Al respecto, Adler y Heckscher (2013) consideran
a la confianza, como uno de los pilares más importantes, soportada a su vez en un propósito
claramente compartido, con procesos independientes pero integrados, bajo una dirección
congruente.
Para Yee y otros (2017) y Buyl y otros (2012) la ambidestreza y la capacidad de absorción
están íntimamente ligadas al estilo de liderazgo, siendo un perfil ideal el que se caracteriza por
buscar construir lazos de socialización altamente dinámicos, basados en interiorizar la visión
de la organización y el rol que cumple cada individuo, fortaleciendo mucho más la idea de
colectivo bajo un mismo fin, en lugar de individualidades y nichos de poder, como sucede
en muchas organizaciones. De otra parte, Zavattaro y Daspit (2016) plantearon que ello se
debe básicamente a que se va creando un ambiente organizacional de creencias compartidas
y normas culturales que son interiorizadas por todos los miembros de la organización. Todo
ello bajo un contexto de liderazgo transformacional (Ferreras Méndez y Sanz, 2018).
Para Wang y Rafiq (2014), el liderazgo per se no se constituye en el principal factor para
lograr la competitividad. El liderazgo sólo se activará si se cuenta con una cultura
organizacional claramente orientada a la exploración y explotación de fuentes de
información. De similar opinión son Dover y Dierk (2010), Ferreras Méndez y otros (2018),
Smith (2015), Yee y otros (2017), quienes coinciden en que el liderazgo transformacional
sólo logrará sus objetivos, si la entidad tiene una cultura organizacional madura, en donde se
haya interiorizado entre cada colaborador la necesidad de explorar sistemáticamente el
medio externo, compararlo con el contexto interno, y tomar las decisiones necesarias y
oportunas, ya sea para ajustar un proceso o desarrollar uno nuevo.